Sinópsis: El enamoradizo Bingo Little, amigo de Bertie, ha hecho una vez más honor a su fama. Esta vez el objeto de sus desvelos es Mabel, camarera en un restaurante de poca fama. Y como suele suceder con Bingo, la pasión le invade, le tortura, y sus sufrimientos amorosos sólo pueden resolverse mediante el matrimonio... o el suicidio. ¿Y por qué no el primero, se preguntará el lector, puesto que es menos irrevocable que la muerte? Al parecer, un tío de Bingo, solterón y sibarita, es quien se opone a la felicidad del joven. Pero Bertie Wooster es un buen amigo de sus amigos y, aleccionado por Jeeves, se dirige al cubil de la fiera para convencerla. Pero allí donde intervienen Bertie y Jeeves, todo suele enmarañarse de la manera menos previsible. Y es así que hasta el recalcitrante tío de Bingo acabará atacado por el microbio del romance y pretenderá casarse con su propia cocinera, que era a su vez la amada de Jeeves, quien entonces, para vengarse, dirigirá sus aspiraciones amorosas hacia Mabel, la camarera que provocó la pasión y los problemas de Bingo Little...

En esta ocasión tenemos nuevamente a Jeeves preocupado por su señor y que, como siempre, se convierte en la voz de la conciencia y la razón de Wooster, que llevado por el interés de ayudar a su buan amigo Bingo, un joven que se enamora de cualquiera locamente en un segundo. Lamentablemente, en esta ocasión, la cosa se complica en un delirante enredo de triangos, cuadrados y pentágonos amorosas preparadas para que nos de la risa con estos dos alocados "jovencitos".

Además, la tía Agatha seguirá presente aunque en la distancia, vigilando que su sobrino no salga como escándalo en las páginas de la alta sociedad, enviando recados desde todas partes y siguiendo a Bertie cuan halcón. Así que, ya sabéis, si queréis volver a pasar otro buen rato pero, sobre todo, si os gusta el humor negro británico, no dejéis escapar esta ocasión.

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